Además de decorar y crear un entorno agradable, la vegetación absorbe CO2 y libera oxígeno, reduce la temperatura ambiente y limpia el aire de sustancias contaminantes. 

El síndrome del “edificio enfermo”.

El problema de la calidad de aire saltó a la palestra pública a raíz de la crisis del petróleo de los 70, cuando los edificios fueron renovados o diseñados para reducir los costes de la energía. Así que, en nombre de la eficiencia energética, se fomentaron sin saberlo una serie de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados. Un ejemplo claro son los trabajadores de algunas industrias, como los salones de belleza, que se enfrentan a una mayor exposición de estos compuestos químicos debido a la naturaleza de su día a día. Lo llaman el síndrome del edificio enfermo. 

Las partículas en pinturas, muebles, productos de limpieza y materiales de construcción pueden provocar irritaciones alérgicas o mareos

Bajo la misma premisa de plantar más árboles en las ciudades para reducir los efectos de la contaminación, las plantas de interior también pueden ser unos excelentes purificadores del aire. Ten en cuenta que un ambiente saludable en casa es vital para el bienestar personal y la vegetación ayuda más de lo que se podría pensar.

Tener plantas en una vivienda complementa la labor de los sistemas de ventilación y proporciona múltiples ventajas. Aparte de decorar y crear un entorno agradable, absorben CO2 y liberan oxígeno, reducen la temperatura ambiente y, entre muchas otras capacidades, limpian el aire de sustancias contaminantes. Estas son las más comunes:

Formaldehído: se encuentra en los muebles de aglomerado o productos de madera prensada, alfombras, materiales de tapicería, humo de tabaco y plásticos. Produce reacciones alérgicas, irritaciones, asma o enfermedades cutáneas. 

Tricloroetileno: se localizan tintas de impresión, pinturas, barnices y adhesivos. Es un fuerte cancerígeno que produce irritación de ojos y piel y puede afectar al hígado o los riñones.

Benceno y xileno: los encontramos en tintas, aceites, pinturas, plásticos y gomas. Pueden irritar los ojos y la piel y una exposición prolongada puede ocasionar dolores de cabeza, pérdida de apetito o somnolencia.

Monóxido de carbono: se encuentra en la combustión de motores de vehículos, de leña y gas y en el humo de tabaco. Puede combinarse con la hemoglobina de la sangre e impedir su funcionamiento.

Los efectos beneficiosos de las plantas fueron concretados por la NASA en 1989 a través de un estudio dirigido por el doctor Bill Wolverton, director de la organización ambiental Wolverton Environmental Services. Sin embargo, no todas son capaces de depurar las partículas nocivas por igual. La BBC contactó con Wolverton para verificar si las recomendaciones del informe aún siguen vigentes y redujo la lista a cinco plantas para limpiar el aire de las casas.

Poto: Es una planta colgante o trepadora muy popular y fácil de conseguir. Además, es resistente y no requiere de grandes cuidados, por lo que se utiliza para decorar oficinas, centros comerciales u otros lugares públicos. Se adapta fácilmente a temperaturas de entre 17 y 30ºC, y solo hay que regarla cuando la tierra esté seca. Es, por tanto, la mejor opción si no tenemos conocimientos de jardinería. Se trata de una planta muy eficaz a la hora de absorber formaldehído, xileno y benceno, evitando así irritaciones en los ojos, garganta o piel. Además, algunos estudios han demostrado que ayuda a eliminar olores.

Espatifilo, flor de paz o flor de muerto: Esta planta longeva puede sobrevivir con poca luz y poca agua. Por eso, suele decorar los baños de las casas. Crece en temperaturas superiores a los 18ºC y se recomienda mantenerlas lejos de las corrientes de aire. Necesitan más cuidados que el poto, sobre todo en verano, ya que hay que regarlas regularmente y apartarlas de la luz directa. Lo bueno es que absorbe los cinco contaminantes estudiados por el informe de la NASA. Para una mayor eficiencia, se recomienda eliminar el polvo de sus hojas con regularidad.

Palma de bambú: Se trata de una elegante palmera originaria de Asia que puede crecer hasta tres metros de altura. Requiere suelos fértiles y de un ambiente húmedo para su correcto crecimiento. Ponerla en nuestro salón nos permitirá eliminar el aire de formaldehído, xileno y amoníaco.

Sansevieria o lengua de tigre: Esta seguro que te suena, pues se usa mucho en la decoración de interiores. Tiene la ventaja de que es muy resistente a insectos y que puede sobrevivir en condiciones desfavorables, desde los 40 grados a los bajo cero. En concreto, esta planta es ideal para eliminar benceno, xileno y tolueno, tricloroetileno y formaldehído. Por la noche, absorbe CO2 y libera oxígeno.

Ficus robusta: El ficus o árbol de caucho es una planta muy agradecida y resistente a enfermedades. Puede soportar altas temperaturas, aunque no los cambios bruscos. Debes tener en cuenta que sus hojas pueden ser venenosas para algunos animales domésticos y que es una planta que necesita espacio, pues en pocos años puede crecer muy rápido. Asimismo, es un excelente filtro de formaldehídos en el aire de tu casa y una planta ideal para mantener la humedad del ambiente.